miércoles, 7 de julio de 2010

“Historia y trauma”

Congreso: Internacional “Trauma, historia y subjetividad”

Autor: Psicóloga Mariana Miranda – Rosario- Sta. Fe - Argentina

Ya desde los primeros estudios y tratamientos sobre la histeria que realizara Charcot en
la 2ª mitad del siglo XIX en el Hospital de la Salpetriêre en Francia se planteó una relación
íntima y causal entre los acontecimientos olvidados (reprimidos) y el surgimiento del síntoma
(en este caso la patología histérica).
Es Sigmund Freud quien empieza estudiando y colaborando con Breuler y Charcot y
partiendo desde allí, en un principio y al igual que sus colegas utilizando la hipnosis como
técnica y luego el método psicoanalítico (técnicas de asociación libre y atención flotante) el
que concluye que determinados acontecimientos históricos son reprimidos por algún motivo y
desde allí producen un efecto etiopatológico con la consecuente aparición de síntomas: en la
histeria síntomas corporales (de conversión, de anestesia, de parálisis, de sordera o ceguera,
de dolor, etc.)
Ya en el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” (su primer escrito metapsicológico
en 1895) plantea Freud el mecanismo de funcionamiento de la memoria en base a
la censura y a la represión yoicas de los acontecimientos que tienen que ver con la
satisfacción del deseo libidinal y el funcionamiento del ello. Luego sigue desarrollando en
sus escritos de metapsicología, ya sea en los de la 1ª Tópica (“La interpretación de los
sueños”,1900, “Psicopatología de la vida cotidiana”,1901) como en los de la 2ª ( “Más allá
del Principio del Placer”, 1920, “El yo y el ello”, 1923) el mecanismo funcional entre cargas
energéticas basado inicialmente en el principio de homeostasis (toda la energía psíquica
apunta a mantener el estado de nirvana manteniendo el equilibrio entre cargas y contracargas
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del aparato psíquico) y diferenciando luego la pulsión en dos tipos de pulsiones: el eros y el
thanatos, el Eros trabaja para preservar la vida (instinto de autoconservación de la especie
humana) y el Thanatos trabaja para lograr la muerte (instinto autodestructivo del hombre).
Es a partir del estudio de las neurosis de la Primera Guerra Mundial (1919) y de la 2ª
tópica que va dejando de lado la explicación de la eficacia traumática del acontecimiento
por un trauma primero reprimido en la primera infancia y que tiene efecto retroactivo sobre
el segundo trauma (el más reciente temporalmente) sobredimensionando y potenciando su
eficacia traumática y etiopatológica, tal cual lo concibiera en sus primeros estudios sobre
las histerias. A partir de esto (2ª tópica freudiana) sobrepotencia y dimensiona el efecto del
trauma por el peligro de muerte que el acontecimiento vivenciado produjo.
A mayor peligro mortal del acontecimiento vivenciado mayor es la eficacia del trauma.
El intento fallido del aparato psíquico por poder lograr otra vez el principio de homeostasis
(estado de equilibrio energético entre las cargas y contracargas de los distintos sistemas
psíquicos) aparece en la clínica en los sueños de angustia a repetición, las imágenes
hipnagógicas (ensoñación diurna) con imágenes del evento traumático, sintomatología propia
del registro de la señal de alarma (peligro de muerte) cortical al sistema neurovegetativo
(taquicardia, sudoración fría, mareos, desmayos o sensación de desmayo, dolor en la boca
del estómago, acidez estomacal, etc.)
Tal cual lo plantea Laplanche y Pontalis el acontecimiento traumático es el que no
puede ser abreaccionado energéticamente por el aparato psíquico y queda reprimido
en el inconciente porque tiene un montante de energía tan grande que es imposible de
abreaccionar por el yo conciente. El retorno continuo al momento del acontecimiento
traumático por el aparato psíquico son intentos desesperados y fallidos de elaborar el
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montante de angustia que ese acontecimiento produjo (peligro de muerte por el que pasó el
sujeto en cuestión).

El encuentro con neurosis postraumáticas en la clínica es muy frecuente: todos los seres
humanos a lo largo de su vida han pasado por acontecimientos más o menos traumáticos
según:

1) – su grado de peligrosidad mortal
2) – los acontecimientos traumáticos vivenciados previamente (biografía histórica
individual de cada sujeto)
3) – la estructura psíquica que la persona presenta (grado de premorbidad singular)
Los acontecimientos biográficos más traumáticos a nivel epidemiológico son: los
accidentes de tránsito, las víctimas de la guerra o excombatientes en guerras, víctimas de
catástrofes naturales o atentados terroristas, víctimas de delitos de lesa humanidad como la
desaparición de personas, tortura, violaciones a los derechos humanos, los asesinatos, los
ataques a mano armada, el abuso sexual infantojuvenil o no y las violaciones.
Es decir que los acontecimientos más mortales son los más etiopatológicos para la salud
mental de las personas.

La angustia de muerte que engendra una colisión vehicular, un ataque a mano armada, un
incendio o un terremoto es imposible de tramitar por el aparato psíquico y queda produciendo
síntomas.

Investigaciones tanto en excombatientes de Malvinas como en accidentados de tránsito o
víctimas de violaciones (tanto sexuales como de derechos humanos) revelan que la eficacia
del trauma pasa por no poder nombrar (poner en palabras) los acontecimientos y sí presentar
las víctimas sintomatología neurovegetativa (mareos, taquicardia, acidez estomacal) y
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pesadillas, fobias, depresiones. Todo esto marca una imposibilidad absoluta de parte de
las víctimas de poder tramitar saludablemente la angustia que produjo el acontecimiento
traumático.

A nivel psicológico existen tres tipos de salida para elaborar un trauma:

1) – El silencio o el mutismo (el no poder ponerlo en palabras).
2) – El reenvío constante al momento de vivenciar el acontecimiento traumático.
3) – La desafectivización (la distancia afectiva del discurso al narrar el acontecimiento)

Esto tiene que ver con una distancia afectiva que permite negar, no involucrarse, sería
una suerte de enajenación mental.
En todos los casos la angustia padecida es angustia de muerte provocada por la
peligrosidad mortal del hecho o acontecimiento.
Todas las angustias son, en última instancia, angustia de muerte.
Por eso en todos los casos existen y persisten síntomas de tipo neurovegetativo que
tienen que ver con la producción de la señal de alarma (captación psicológica y cerebral
del peligro de muerte) en la corteza cerebral y su propagación al eje hipotálamo- hipófiso-
suprarrenal, propia del agente stresor (momento de captación del pánico (peligro de
muerte) y posterior reacción neurofisiológica y psicológica)
Siempre hay un beneficio secundario de la enfermedad, siempre hay una discapacidad
psicológica grave resultante del acontecimiento traumático que también está relacionada
tanto con la estructura premórbida del sujeto que pasa por el acontecimiento, como por los
acontecimientos traumáticos previos (historia biográfica individual de cada uno) y por la
dimensión mortal (el grado de peligrosidad) del acontecimiento padecido.
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BIBLIOGRAFIA:
-
Sigmund Freud, “Obras Completas”, Editorial Amorrortu, Bs. As., 1984.-
-
Laplanche y Pontalis, “Diccionario de Psicoanálisis”, Editorial Labor, Barcelona, 1981.-
-
Mariano Castex, “El daño en psicopsiquiatría forense”, Ediciones Ad-Hoc, Bs. As, 2005.-
-
D.S. M.IV “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”, Organización
Mundial de la Salud.-
-
Sivak, Roberto, Apuntes Curso Estrés, trauma psíquico e intervención en desastres,
Asociación Argentina de Salud Mental, 2010.-


Contactos:
Te:(0341) 4307945
Cel:(0341) 155-976669
e-mail: marianamiranda66@gmail.com

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